Por: José Rafael Flores Hernández
Mi nombre es José Rafael Flores Hernández, actualmente me encuentro desarrollando mi trabajo tesis para obtener el grado de Ingeniero Petrolero, a la par de esto estudio Física en la Facultad de Ciencias de la UNAM. Dentro de los temas de mi interés, se encuentra la relación entre sociedad y energía y como las fuentes disponibles de esta última moldean a la primera.
Como diría alguna vez el exministro de Petróleo y Recursos Minerales de Arabia Saudita Ahmed Zaki Yamani “La edad de piedra no acabó por falta de piedra, la edad del petróleo va a terminar, pero no por falta de petróleo”. No debe haber duda alguna de que el petróleo se va a terminar pues se trata de un recurso finito, la verdadera cuestión es cuándo va a suceder esto y esto último se torna irrelevante frente a una situación mucho más imperante, una situación que pone en riesgo la misma existencia de las sociedades humanas y que podría exigir reducir nuestro consumo de combustibles fósiles, particularmente de petróleo y gas, drásticamente; Estamos hablando de uno de los problemas más serios que enfrentamos actualmente, el cambio climático, que pese a la existencia de pensamiento escéptico respecto al tema, gran cantidad de científicos alrededor del mundo coinciden y concluyen en que se trata de una situación que encuentra su origen en la influencia antropogénica.
En respuesta a esto los sectores energéticos han puesto en la mira a las energías renovables, que parecen ser la respuesta final al dilema si y solo si van acompañadas de una disminución general en el consumo de energía, la transición hacía este tipo de fuentes energéticas es inevitable, como lo he mencionado por un lado tenemos la naturaleza finita de los combustibles fósiles, por el otro el cambio climático.
Fuentes de energía limpias y renovables, ¡vale!, una pregunta valida en torno a ellas es de dónde va a provenir la energía para construirles, para darles vida, para lograr una transición total, ¿de ellas mismas?, en algún punto de la nuestra historia así lo será, pero actualmente seguro que la realidad es otra, si bien no podemos asegurar que dicha energía proviene de los combustibles fósiles en su totalidad, es totalmente razonable asegurar que lo es parcialmente, medir en qué grado se presenta esta dependencia sería de lo más interesante, ¿cuánta energía necesitamos (y de dónde va a salir) para hacer una transición total hacía energías limpias?, ¿disponemos de esta cantidad?. La situación planteada se torna aún más interesante en el actual capítulo de la historia del petróleo, la era del que algunos llaman “petróleo difícil”, hasta ahora gran parte de la historia que conocemos se ha tratado de yacimientos gigantes, terrestres, marinos someros, de cierta forma accesibles, convencionales, etc. Pero poco a poco se ha ido tornando hacia verdaderos retos para el ingenio humano y para la industria petrolera, como lo son aguas profundas, yacimientos no convencionales, ambientes mucho más extremos, técnicas impresionantes y fascinantes como lo es la recuperación secundaria y mejorada, yacimientos ultra profundos, yacimientos con altas presiones y temperaturas, entre otras cosas.
El aumento en la dificultad que se presenta para seguir extrayendo petróleo se traduce en un incremento en la cantidad de energía necesaria para lograrlo. Entonces la propia industria petrolera es acreedora a recibir el cuestionamiento que he hecho hacía las energías renovables, de dónde va a obtener esta energía, ¿existe la posibilidad de que lleguemos a contemplar una industria petrolera y quizá más allá de esto una industria energética brutalmente caníbal? Y ¿cómo afectaría esto al resto de la sociedad? A mi parecer lo más lógico es pensar que la propia industria petrolera también se va a ver orillada, sino es que obligada por las circunstancias, a obtener sus suministros energéticos en gran medida de fuentes renovables, esperando que estas puedan saciar su demanda.
Los combustibles fósiles, particularmente el petróleo y gas, son un recurso único, a tal grado que quizá (esperando equivocarme) jamás exista otra fuente de energía accesible para el humano que se les compare, por ello estamos obligados a preguntarnos ¿cuál va a ser el papel que jueguen en nuestra transición energética? Me atrevo a apostar que va a ser el más importante que jamás hayan representado. Por ello debemos hacer una buena gestión y uso razonable de estos, porque es posible que las futuras generaciones no cuenten con un superávit energético como con el que contamos nosotros, en qué vamos a utilizar esta energía de la que disponemos o para qué nos alcanza, ¿para hacer una transición energética a la par de explorar fuentes cada vez más complicadas de petróleo (y en general de energía)? Quizá para ambas mientras enfrentemos de manera apropiada el tema más importante, el cambio climático. Entonces no solo se trata de asegurar nuestro bienestar sino también el de los que vienen delante para que cuando el futuro llegue y se escriba la historia no se nos juzgue por no haber aprovechado de manera efectiva la oportunidad que tuvimos, para que no se nos acuse de heredar problemas sino oportunidades. Los retos están en la mesa, sería un error tratar de esconderlos, de encasillarnos en falsas esperanzas, de esperar a trabajar en soluciones mañana, debemos comenzar hoy.
Por: José Rafael Flores Hernández
Mi nombre es José Rafael Flores Hernández, actualmente me encuentro desarrollando mi trabajo tesis para obtener el grado de Ingeniero Petrolero, a la par de esto estudio Física en la Facultad de Ciencias de la UNAM. Dentro de los temas de mi interés, se encuentra la relación entre sociedad y energía y como las fuentes disponibles de esta última moldean a la primera.
Como diría alguna vez el exministro de Petróleo y Recursos Minerales de Arabia Saudita Ahmed Zaki Yamani “La edad de piedra no acabó por falta de piedra, la edad del petróleo va a terminar, pero no por falta de petróleo”. No debe haber duda alguna de que el petróleo se va a terminar pues se trata de un recurso finito, la verdadera cuestión es cuándo va a suceder esto y esto último se torna irrelevante frente a una situación mucho más imperante, una situación que pone en riesgo la misma existencia de las sociedades humanas y que podría exigir reducir nuestro consumo de combustibles fósiles, particularmente de petróleo y gas, drásticamente; Estamos hablando de uno de los problemas más serios que enfrentamos actualmente, el cambio climático, que pese a la existencia de pensamiento escéptico respecto al tema, gran cantidad de científicos alrededor del mundo coinciden y concluyen en que se trata de una situación que encuentra su origen en la influencia antropogénica.
En respuesta a esto los sectores energéticos han puesto en la mira a las energías renovables, que parecen ser la respuesta final al dilema si y solo si van acompañadas de una disminución general en el consumo de energía, la transición hacía este tipo de fuentes energéticas es inevitable, como lo he mencionado por un lado tenemos la naturaleza finita de los combustibles fósiles, por el otro el cambio climático.
Fuentes de energía limpias y renovables, ¡vale!, una pregunta valida en torno a ellas es de dónde va a provenir la energía para construirles, para darles vida, para lograr una transición total, ¿de ellas mismas?, en algún punto de la nuestra historia así lo será, pero actualmente seguro que la realidad es otra, si bien no podemos asegurar que dicha energía proviene de los combustibles fósiles en su totalidad, es totalmente razonable asegurar que lo es parcialmente, medir en qué grado se presenta esta dependencia sería de lo más interesante, ¿cuánta energía necesitamos (y de dónde va a salir) para hacer una transición total hacía energías limpias?, ¿disponemos de esta cantidad?. La situación planteada se torna aún más interesante en el actual capítulo de la historia del petróleo, la era del que algunos llaman “petróleo difícil”, hasta ahora gran parte de la historia que conocemos se ha tratado de yacimientos gigantes, terrestres, marinos someros, de cierta forma accesibles, convencionales, etc. Pero poco a poco se ha ido tornando hacia verdaderos retos para el ingenio humano y para la industria petrolera, como lo son aguas profundas, yacimientos no convencionales, ambientes mucho más extremos, técnicas impresionantes y fascinantes como lo es la recuperación secundaria y mejorada, yacimientos ultra profundos, yacimientos con altas presiones y temperaturas, entre otras cosas.
El aumento en la dificultad que se presenta para seguir extrayendo petróleo se traduce en un incremento en la cantidad de energía necesaria para lograrlo. Entonces la propia industria petrolera es acreedora a recibir el cuestionamiento que he hecho hacía las energías renovables, de dónde va a obtener esta energía, ¿existe la posibilidad de que lleguemos a contemplar una industria petrolera y quizá más allá de esto una industria energética brutalmente caníbal? Y ¿cómo afectaría esto al resto de la sociedad? A mi parecer lo más lógico es pensar que la propia industria petrolera también se va a ver orillada, sino es que obligada por las circunstancias, a obtener sus suministros energéticos en gran medida de fuentes renovables, esperando que estas puedan saciar su demanda.
Los combustibles fósiles, particularmente el petróleo y gas, son un recurso único, a tal grado que quizá (esperando equivocarme) jamás exista otra fuente de energía accesible para el humano que se les compare, por ello estamos obligados a preguntarnos ¿cuál va a ser el papel que jueguen en nuestra transición energética? Me atrevo a apostar que va a ser el más importante que jamás hayan representado. Por ello debemos hacer una buena gestión y uso razonable de estos, porque es posible que las futuras generaciones no cuenten con un superávit energético como con el que contamos nosotros, en qué vamos a utilizar esta energía de la que disponemos o para qué nos alcanza, ¿para hacer una transición energética a la par de explorar fuentes cada vez más complicadas de petróleo (y en general de energía)? Quizá para ambas mientras enfrentemos de manera apropiada el tema más importante, el cambio climático. Entonces no solo se trata de asegurar nuestro bienestar sino también el de los que vienen delante para que cuando el futuro llegue y se escriba la historia no se nos juzgue por no haber aprovechado de manera efectiva la oportunidad que tuvimos, para que no se nos acuse de heredar problemas sino oportunidades. Los retos están en la mesa, sería un error tratar de esconderlos, de encasillarnos en falsas esperanzas, de esperar a trabajar en soluciones mañana, debemos comenzar hoy.