Es licenciada en Relaciones Internacionales por Southwestern University; la maestría en Ciencia Política la realizó en la Universidad Simón Bolívar y el doctorado en Sociología lo hizo en la New School University. Empezó como docente e investigadora, con un enfoque en la organización comunitaria y los movimientos sociales. Fue docente en sociología en Venezuela, en Estados Unidos y Panamá.
Ana Mallén, después de su etapa universitaria, empezó a trabajar en organizaciones de la sociedad civil que defienden derechos humanos, derechos civiles, derechos laborales, y este trabajo lo realizó, sobre todo, en Estados Unidos. Después inicia su tercera etapa, en el área de responsabilidad social:
“Se me acercaron algunas compañías mineras para hacer consultoría lo cual me sorprendió ya que no tenía contemplado trabajar en la industria extractiva, sin embargo me llamó mucho la atención el tema de la responsabilidad social, además de que me interesó mucho la idea de trabajar con gobierno, comunidades, organizaciones de la sociedad civil para mejorar la calidad vida de las comunidades en las cuales se desarrollan las actividades económicas de esta naturaleza”.
El primer trabajo de Ana en esta industria fue en el proyecto Cobre Panamá, que tenía una inversión de 6.4 mil millones de dólares (mmdd) y se requería dar atención a 22 comunidades, cuatro de las cuales eran indígenas y dos de las cuales requerían reubicación.
En este trabajo, resalta, “tuve la suerte de conocer a expertos en responsabilidad social que me ayudaron a compaginar mis conocimientos y experiencias con las técnicas y estrategias vanguardistas que ellos estaban desarrollando en ese momento, sobre todo con respecto a cómo se relacionan las empresas con las comunidades. Me enseñaron la importancia de operacionalizar lo que yo considero los cuatro valores de la responsabilidad social: 1) la participación ciudadana, 2) la equidad, 3) la transparencia y 4) la inclusión”.
Ana lleva trabajando dos años en Petrofac México. La empresa, cabe recordar, es un proveedor internacional de servicios para la industria de producción y procesamiento de petróleo y gas. Diseña, construye, opera y mantiene instalaciones de petróleo y gas, con una reputación de compromiso, entrega y excelencia operativa. Transforma el valor de los activos de los clientes en todo el ciclo de vida del petróleo y el gas.
Sobre el impacto de su trabajo en la industria energética, refiere que hace un año, después de la aprobación de la evaluación de impacto social por parte de la Secretaría de Energía (Sener), “iniciamos un nuevo modelo de gestión social que ha disminuido los conflictos que tenemos con las comunidades en alrededor de 88%, lo cual ha facilitado que dupliquemos nuestra producción en un año”.
Ana continúa: “Nuestra estrategia ha sido la de transformar la relación empresa-comunidad, de un vínculo que es primordialmente transaccional, a uno de confianza entre las partes. Esto ha sido posible al trabajar con la comunidad, generando objetivos en común y trabajando con la gente para realizar estas metas. Ello implica desarrollar alianzas multisectoriales con organizaciones de la sociedad civil, gobiernos Estatales, Municipales y Locales. A través de esta estrategia, el mayor éxito deriva de la posibilidad de que a cada actor que participa en estos proyectos sea reconocido por su pericia, su experiencia y que tenga la posibilidad de ejercer un liderazgo en distintas partes del proceso”.
A nivel global, expresa Ana, la participación de las mujeres en la industria es de aproximadamente del 15%, “pero a mí me enorgullece decir que en Petrofac México 23% de nuestra planta laboral se compone de mujeres y no solo en áreas administrativas o de apoyo, como Recursos Humanos o Responsabilidad Social, sino también en áreas técnicas. Esto lo hemos logrado básicamente mediante políticas donde aseguramos que las mujeres se postulen como candidatas, ya sea para promociones internas o vacantes externas, además de que promovemos la participación de las mujeres en distintas áreas dentro de los proyectos de la empresa, así como también promovemos su participación en distintas organizaciones a las que pertenece la empresa, como la Asociación Mexicana de Empresas de Hidrocarburos (Amexhi)”.
Ana rememora que cuando llegó a México en 2014 de Panamá, le desilusionó ver que su país estaba muy atrasado en el tema de responsabilidad social empresarial (RSE), donde se define más que nada como un tema filantrópico. “Sin embargo, también vi que había una transición hacia lo que debe ser la RSE, la identificación de los impactos que generan nuestras actividades en las comunidades”.
La entrevistada continúa: “De hecho, ahora nos estamos abocando a los impactos tanto positivos como negativos, y no solo queremos identificarlos, sino prevenirlos y mitigarlos. Remediarlos cuando es necesario y forjar alianzas con comunidades, gobiernos y organizaciones no gubernamentales para maximizar los impactos positivos; de esta manera, podemos avanzar en una agenda que ayude a que la derrama económica que genera la industria caiga y sea aprovechada por las comunidades donde se desarrollan nuestras actividades”.
Ana expresa que a las mujeres que van entrando a la industria energética, les diría: “Hay reglas básicas que una mujer tiene que seguir en una industria representada por hombres, como la energética. Las mujeres deben salir de su zona de confort y saber que ninguna persona tiene las habilidades completas para desarrollar las múltiples funciones que requiere un puesto. Por ello, es importante que se tomen algunos riesgos en la carrera profesional. Estudios sociológicos demuestran que si existe una vacante y un hombre cumple siete de 10 requisitos, se postula; mientras que la mujer solo se postula si cumple 10 de 10. Esa es una desventaja”.
Una vez que se tiene el puesto, afirma, es importante empezar a desarrollar todas las habilidades que requiere la posición y convertirse en un experto en el tema, aprender más de la industria en la que se está uno desarrollando. Además, “es importante también, en un ambiente laboral, generar alianzas de trabajo con hombres y mujeres que a nivel profesional puedan ayudarnos a crecer profesionalmente y apoyarnos en ese crecimiento”.
Por último, concluye Ana: “Cuando ya se tiene una posición directiva en la industria, es importante impulsar que se unan más mujeres en estos espacios en los cuales se toman las decisiones del sector; ello es muy importante desde mi perspectiva, porque a mayor participación de mujeres en estos espacios es mayor la probabilidad de que se nos juzgue por nuestras capacidades y no por nuestro género”.