La Reforma Eléctrica impulsada por el presidente López Obrador es una locura por donde se le vea. El cambio constitucional que se plantea rompe por completo con la industria eléctrica y mengua –aún más– las capacidades de la CFE.
Otra vez el gobierno utiliza argumentos ideológicos para empujar una “contrarreforma” que perjudica muchísimo a nuestro sector. Tan ideológico es el asunto que, en la misma página de Internet de la Comisión Federal de Electricidad (CFE) ya se puede leer la frase: “La electricidad era tuya, te la vamos a devolver”.
Además, para reforzar dicho mensaje esta administración emprendió una campaña en redes sociales y otros medios de comunicación, donde a través de infografías panfletarias se esparcen los rostros caricaturizados de los presidentes Lázaro Cárdenas, Adolfo López Mateos y, por supuesto, el de Andrés Manuel López Obrador, los próceres del rollazo de la soberanía energética.
La “contrarreforma” en los términos presidenciales no tiene ningún sentido económico ni de generación de valor público y bienestar social; solamente responde a la lógica de construir una gran clientela electoral a través de la CFE.
¿Cómo crearían una clientela electoral a través de la CFE?
La respuesta es muy sencilla. La todavía empresa productiva del Estado es una gran herramienta que permite identificar la ocupación de las viviendas y su nivel socioeconómico por medio de su consumo eléctrico.
Si Morena quiere ganar en determinados lugares no hará más que bajar la tarifa de electricidad en los lugares donde pretende arrancar votos, como ya sucedió anteriormente en Tabasco.
Por esto, la “contrarreforma”, sin duda, es un gran retroceso para México, porque con ella la CFE será la que otra vez defina las reglas del juego, de su propio juego, porque pretende desaparecer de tajo a la Comisión Reguladora de Energía (CRE), y lo peor, es que en el plano de la competencia económica las tarifas serán definidas bajo criterios estrictamente electorales.
Se dará prioridad al despacho de fuentes sucias, caras y obsoletas
Otra cosa terrible es que se pretende modificar por completo el orden de despacho de energía. Es decir, en lugar de recibir la energía más barata y menos contaminante, como lo establecía la reforma de 2013, con este cambio constitucional otra vez se le dará prioridad al despacho de fuentes más sucias, caras y con tecnologías que rayan en la obsolescencia como son las plantas de CFE.
Lo anterior es sumamente dañino para el país porque “fortaleciendo” a la CFE la generación eléctrica será menos eficiente. Esto traerá consigo mayores costos de electricidad debido a los subsidios que tendrán que inyectarse para mantener los costos de la energía.
Además, por si lo anterior fuera poco, también traerá consigo un aumento generalizado de todos los bienes y servicios.
Volver al pasado…
Desgraciadamente nuestro sector eléctrico está por dar un gran retroceso a los tiempos del priísmo recalcitrante de los presidentes Echeverría o López Portillo.
El fortalecimiento de la CFE implica que esta empresa actué en el marco del mayor desorden posible bajo regulaciones ambiguas que anteponen la discrecionalidad y la corrupción sobre la transparencia y la rendición de cuentas.
Una insensatez más
La reforma impulsada por el presidente es un capricho más de un gobierno sin sensibilidad social ni el mínimo esbozo de racionalidad económica. El único objetivo que persigue es el que tiene que ver votos, con elecciones, con clientelas electorales.
Este nuevo capricho del primer mandatario y su palomilla solo perjudica a México porque no ayuda a tener una mejor industria eléctrica. Solo es una insensatez más alimentada por las ambiciones de unos políticos ideologizados que esgrimen falsedades para imponer sus irracionales ideas para ganar elecciones a costa de sangrar el bolsillo de todos los mexicanos.
La Reforma Eléctrica impulsada por el presidente López Obrador es una locura por donde se le vea. El cambio constitucional que se plantea rompe por completo con la industria eléctrica y mengua –aún más– las capacidades de la CFE.
Otra vez el gobierno utiliza argumentos ideológicos para empujar una “contrarreforma” que perjudica muchísimo a nuestro sector. Tan ideológico es el asunto que, en la misma página de Internet de la Comisión Federal de Electricidad (CFE) ya se puede leer la frase: “La electricidad era tuya, te la vamos a devolver”.
Además, para reforzar dicho mensaje esta administración emprendió una campaña en redes sociales y otros medios de comunicación, donde a través de infografías panfletarias se esparcen los rostros caricaturizados de los presidentes Lázaro Cárdenas, Adolfo López Mateos y, por supuesto, el de Andrés Manuel López Obrador, los próceres del rollazo de la soberanía energética.
La “contrarreforma” en los términos presidenciales no tiene ningún sentido económico ni de generación de valor público y bienestar social; solamente responde a la lógica de construir una gran clientela electoral a través de la CFE.
¿Cómo crearían una clientela electoral a través de la CFE?
La respuesta es muy sencilla. La todavía empresa productiva del Estado es una gran herramienta que permite identificar la ocupación de las viviendas y su nivel socioeconómico por medio de su consumo eléctrico.
Si Morena quiere ganar en determinados lugares no hará más que bajar la tarifa de electricidad en los lugares donde pretende arrancar votos, como ya sucedió anteriormente en Tabasco.
Por esto, la “contrarreforma”, sin duda, es un gran retroceso para México, porque con ella la CFE será la que otra vez defina las reglas del juego, de su propio juego, porque pretende desaparecer de tajo a la Comisión Reguladora de Energía (CRE), y lo peor, es que en el plano de la competencia económica las tarifas serán definidas bajo criterios estrictamente electorales.
Se dará prioridad al despacho de fuentes sucias, caras y obsoletas
Otra cosa terrible es que se pretende modificar por completo el orden de despacho de energía. Es decir, en lugar de recibir la energía más barata y menos contaminante, como lo establecía la reforma de 2013, con este cambio constitucional otra vez se le dará prioridad al despacho de fuentes más sucias, caras y con tecnologías que rayan en la obsolescencia como son las plantas de CFE.
Lo anterior es sumamente dañino para el país porque “fortaleciendo” a la CFE la generación eléctrica será menos eficiente. Esto traerá consigo mayores costos de electricidad debido a los subsidios que tendrán que inyectarse para mantener los costos de la energía.
Además, por si lo anterior fuera poco, también traerá consigo un aumento generalizado de todos los bienes y servicios.
Volver al pasado…
Desgraciadamente nuestro sector eléctrico está por dar un gran retroceso a los tiempos del priísmo recalcitrante de los presidentes Echeverría o López Portillo.
El fortalecimiento de la CFE implica que esta empresa actué en el marco del mayor desorden posible bajo regulaciones ambiguas que anteponen la discrecionalidad y la corrupción sobre la transparencia y la rendición de cuentas.
Una insensatez más
La reforma impulsada por el presidente es un capricho más de un gobierno sin sensibilidad social ni el mínimo esbozo de racionalidad económica. El único objetivo que persigue es el que tiene que ver votos, con elecciones, con clientelas electorales.
Este nuevo capricho del primer mandatario y su palomilla solo perjudica a México porque no ayuda a tener una mejor industria eléctrica. Solo es una insensatez más alimentada por las ambiciones de unos políticos ideologizados que esgrimen falsedades para imponer sus irracionales ideas para ganar elecciones a costa de sangrar el bolsillo de todos los mexicanos.