El aumento de precios al consumo en los Estados Unidos podría frenar por el menor costo de la gasolina.
Se estima que los precios al consumo en Estados Unidos pueden haber subido a un ritmo mucho más lento en julio debido a una fuerte caída en el coste de la gasolina, lo que supone la primera señal notable de alivio para los estadounidenses, que han visto cómo la inflación ha aumentado en los últimos dos años.
El Índice de Precios al Consumo (IPC) probablemente subió un 0.2% el mes pasado, después de haber avanzado un 1.3% en junio, según los economistas encuestados por Reuters antes que se publique en la jornada del miércoles el informe del Departamento de Trabajo, que tiene en vilo a los mercados.
Se trataría de la mayor desaceleración intermensual de los aumentos de precios desde 2005 y se produciría tras un descenso de aproximadamente el 20% en el coste de la gasolina. Los precios en el surtidor se dispararon en la primera mitad de este año debido a la guerra en Ucrania, alcanzando una media récord de más de 5 dólares por galón a mediados de junio, según el grupo de defensa de los automovilistas AAA.
Sin embargo, es probable que el informe muestre que las presiones inflacionistas subyacentes siguen siendo elevadas, mientras la Reserva Federal reflexiona sobre la conveniencia de aplicar otra gran subida de los tipos de interés en septiembre.
La Reserva Federal ha indicado que serían necesarios varios descensos mensuales en el crecimiento del IPC antes de abandonar el agresivo endurecimiento de la política monetaria que ha llevado a cabo para controlar la inflación, que actualmente se encuentra en un máximo de cuatro décadas.
Los precios al consumo en Estados Unidos se han disparado debido a una serie de factores, como la paralización de las cadenas de suministro mundiales, los estímulos masivos del Gobierno en los inicios de la pandemia del COVID-19 y la invasión de Rusia en Ucrania.
Los alimentos son uno de los componentes del IPC que se espera que siga siendo elevado en julio.
“En general, las variaciones interanuales de los precios de consumo están muy por encima del objetivo y es probable que sigan siendo lo suficientemente elevadas en los próximos meses como para mantener los tipos firmemente en una trayectoria ascendente”, dijo Rubeela Farooqi, economista jefe de Estados Unidos en High Frequency Economics.
En los 12 meses hasta julio, se considera que el IPC aumentará un 8.7% tras una subida del 9.1% en junio, según el sondeo de Reuters, lo que supondría la mayor desaceleración de la inflación anual desde abril de 2020. Sin embargo, las presiones de la inflación subyacente, que excluyen los componentes volátiles de los alimentos y la energía, se mantendrán fuertes.
Si bien se prevé que el llamado IPC subyacente suba un 0.5% en julio tras avanzar un 0.7% en junio, se espera que aumente un 6,1% en los 12 meses hasta julio. Esta subida se produciría después de un aumento del 5.9% en los 12 meses anteriores a junio.
Es probable que la inflación del coste de los alquileres y del alquiler equivalente de la vivienda principal, que es lo que recibiría un propietario de una casa alquilada, se haya mantenido estable el mes pasado. Los costes de la vivienda suponen alrededor del 40% de la medida del IPC básico.
“Entre las formas más persistentes de inflación se encuentra la inflación de los alquileres. (…) Dado que las tasas de alquiler al contado tardan en filtrarse al conjunto de unidades alquiladas, esperamos que la inflación de los alquileres en el IPC se haya mantenido muy firme el mes pasado”, dijo Michael Feroli, economista jefe de Estados Unidos de J.P. Morgan, que prevé un aumento mensual del 0.7% para estas dos categorías.
MERCADO LABORAL AJUSTADO
Los inversores, las empresas y los consumidores están muy interesados en saber si la Reserva Federal subirá los tipos de interés por tercera vez consecutiva en 75 puntos básicos en su reunión de política monetaria del 20 y 21 de septiembre, un ritmo sin precedentes en más de una generación, o si se retraerá un poco.
La semana pasada, los responsables de la Fed señalaron que seguirán subiendo los tipos hasta que vean pruebas sólidas y duraderas de que la inflación está en camino de volver al objetivo del 2% del banco central estadounidense.
Un mercado laboral extremadamente ajustado también está haciendo subir los salarios que, a su vez, contribuyen a aumentar los precios de los servicios. Hasta hace poco, la mayor parte de las presiones inflacionistas se concentraban en los bienes y los responsables de la política monetaria temen que la aceleración de la inflación en el sector de los servicios sea más difícil de controlar.
Es posible que haya poco alivio en ese frente a la luz del crecimiento del empleo y las subidas salariales más fuertes de lo esperado en julio. La economía creó 528.000 puestos de trabajo el mes pasado y la tasa de desempleo volvió a caer a su mínimo prepandémico, informó el Gobierno el viernes.
El contexto de mercado laboral ajustado también se ve subrayado por el hecho que, aunque las ofertas de empleo en Estados Unidos cayeron a su nivel más bajo en nueve meses en junio, todavía había casi dos puestos de trabajo por cada desempleado.
La solidez del mercado laboral dificultará que la Reserva Federal equilibre pronto la economía.
Los mercados financieros prevén actualmente que el próximo mes el banco central suba su tipo de interés de referencia a un día, fijado por última vez en una horquilla objetiva del 2.25% al 2.50%, en otros tres cuartos de punto porcentual.
La Reserva Federal ha subido su tipo de interés en 225 puntos básicos desde marzo, a pesar de los temores de que el fuerte aumento de los costes de los préstamos pueda llevar a la economía a la recesión.
(Reporte de Lindsay Dunsmuir; edición de Paul Simao; traducción de Flora Gómez)