Si México no se mueve rápidamente para mejorar las redes de transmisión de energía y el acceso a renovables, así como para crear incentivos competitivos, puede salir perdiendo.
La esperanza de México de obtener una inversión inesperada del plan estadounidense de impulsar la producción de semiconductores en Norteamérica estaría en riesgo por la preocupación de las empresas sobre el suministro de energía, la dependencia excesiva de combustibles fósiles y la falta de incentivos financieros.
La secretaria de Comercio de Estados Unidos, Gina Raimondo, dijo en septiembre que un proyecto de ley de su país de 52 mil 700 millones de dólares, conocido como la Ley de Chips, crearía “oportunidades significativas” para la nación latinoamericana en la industria de esas piezas que consume mucha energía y agua.
Pero según entrevistas con más de una docena de personas al tanto de las discusiones sobre inversión, si México no se mueve rápidamente para mejorar las redes de transmisión de energía y el acceso a renovables, así como para crear incentivos competitivos, puede salir perdiendo.
Estados Unidos está construyendo enormes plantas que fabrican chips de alta tecnología, la parte más cara del negocio de los semiconductores. Mientras tanto, México tiene la vista puesta en partes más accesibles de la cadena de suministro, como el diseño, el empaque y las pruebas.
Para crear esos empleos, el país debe disipar los temores comerciales sobre el abastecimiento eléctrico provocados por la campaña del presidente Andrés Manuel López Obrador para dar el control del mercado a las firmas energéticas estatales que dependen de combustibles fósiles y con problemas de liquidez.
Su búsqueda de la “soberanía energética” al ayudar a la Comisión Federal de Electricidad y a Petróleos Mexicanos, al tiempo que limita la producción renovable con fondos privados, ha desconcertado a los fabricantes que intentan reducir su huella de carbono.
“La política energética actual de México está socavando gravemente la capacidad del país de atraer nuevas inversiones, especialmente cuando se trata de sectores estratégicos como la industria de los semiconductores”, afirmó Neil Herrington, vicepresidente senior para las Américas de la Cámara de Comercio de Estados Unidos.
La oficina de López Obrador no respondió a solicitudes de comentarios para esta historia.
Utilizados en industrias que van desde la defensa, las telecomunicaciones y la fabricación de automóviles hasta la informática, los semiconductores coparon titulares durante la pandemia del COVID-19 cuando se agotó el suministro, lo que provocó graves cuellos de botella en la producción mundial.
A diferencia de Washington, México aún tiene que explicar qué incentivos ofrecerá a las compañías para ayudar a América del Norte a reducir la dependencia de centros de semiconductores como Taiwán, a la luz de la prolongada incertidumbre en las relaciones entre Estados Unidos y China.
“El gobierno federal se ha mostrado prácticamente nulo en la política de atracción de inversión y de incentivos”, señaló Roberto Arechederra, secretario de Desarrollo Económico del estado occidental Jalisco, controlado por la oposición y cuya capital, Guadalajara, es llamada el Silicon Valley nacional.
López Obrador, un nacionalista de izquierda en materia de recursos, asegura que las condiciones para los inversores son “inmejorables” y apunta a que la inversión extranjera directa se dirige a su mejor año en casi una década.
Pero la inversión fija bruta sigue siendo un 11% más baja que cuando fue elegido en 2018, según muestran los datos oficiales.
Funcionarios, ejecutivos y legisladores dicen que sin una mejor red eléctrica, el impulso de los semiconductores en la segunda mayor economía de América Latina enfrentará dificultades.
La secretaria de Energía de Estados Unidos, Jennifer Granholm, ya había advertido en enero que el trato de México a las firmas energéticas podría obstaculizar el crecimiento.
“No puedes hacer cosas así si quieres ser un jugador de equipo”, dijo Henry Cuéllar, un congresista demócrata que preside el Grupo Interparlamentario Estados Unidos-México. “Especialmente por ser parte de una cadena de suministro de América del Norte. Todo está interrelacionado”, agregó.
México se comprometió a presentar incentivos para el “nearshoring” hasta finales de febrero, y la secretaria de Economía, Raquel Buenrostro, anunció la semana pasada que un corredor comercial programado para el sur de México podría convertirse en un centro para la inversión en semiconductores.
Estados como Jalisco, sede de una importante instalación de Intel Corp, están ofreciendo sus propios alicientes, como exenciones fiscales y terrenos económicos, afirmó Arechederra.
Gran parte del ímpetu para la cooperación en semiconductores se originó en México, indican los ejecutivos.
En junio de 2021, Carlos Salazar, entonces presidente del Consejo Coordinador Empresarial mexicano, presentó la idea a la jefa de Comercio de Estados Unidos, Raimondo, en una visita a Washington, dijo el directivo a Reuters.
Siguieron compromisos para reforzar las cadenas de suministro y en agosto de 2022 México acogió una conferencia sobre inversiones en semiconductores con firmas como Intel y Skyworks Solutions Inc, un importante empleador en la ciudad fronteriza Mexicali.
Josep Marcé, vicepresidente de operaciones de Skyworks en México, instó a la nación latinoamericana a aprovechar la ventana de oportunidad.
Eso significa que el país necesita seguir invirtiendo en infraestructura de energía y agua, y hacerlo de manera sostenible, dijo a Reuters, señalando las promesas de los clientes de ayudar a enfrentar el calentamiento global.
Si bien gigantes de la industria como Taiwan Semiconductor Manufacturing Co Ltd e Intel han anunciado inversiones multimillonarias en el lado estadounidense de la frontera, México aún tiene que revelar proyectos importantes que podrían abastecer a esas fábricas.
“Estados Unidos piensa como región, México sigue pensando como país”, afirmó Luis Manuel Hernández, jefe del grupo mexicano de la industria manufacturera exportadora Index. “Si queremos estar en la mesa grande, tenemos que tomar decisiones diferentes”.
¿EDAD DE ORO?
En julio, las tensiones por la energía se convirtieron en una disputa formal con Estados Unidos y Canadá, quienes argumentan que México está discriminando a sus compañías.
El lunes, el gobierno mexicano dijo que quería que la disputa se resolviera para dar confianza a las empresas para invertir.
López Obrador sostiene que los gobiernos corruptos del pasado manipularon el mercado energético para favorecer los intereses privados a expensas del Estado.
En Jalisco, la política nacional para el sector ha suspendido siete proyectos privados de renovables -cinco solares y dos eólicos-, que suman una inversión total de 1,100 millones, según cifras de la agencia de energía del estado.
Las empresas están tomando nota, especialmente en el sector automotriz.
Julian Eaves, de CW Bearing, un proveedor automotriz de propiedad china en el centro de México, explicó que las compañías quieren aprovechar la ubicación del país y los costos laborales competitivos.
Pero obtener nuevos negocios depende de que las firmas muestren a los clientes cómo reducirán las emisiones globales, un compromiso que las políticas gubernamentales están frustrando opinó.
“Esta es una edad de oro potencial para México”, señaló Eaves, director de operaciones y fabricación de CW para América del Norte. “Pero no ha evolucionado para cumplir con los requisitos del mercado”, matizó.
Francisco Fiorentini, vicepresidente ejecutivo de la desarrolladora del parque industrial PIMSA en Mexicali, estimó que si la política del Gobierno no hubiera inhibido el suministro eléctrico, la inversión extranjera en el estado Baja California podría haber sido hasta un 45% mayor.
Mexicali se convirtió en una luz de alerta para los inversionistas en 2020 cuando López Obrador canceló allí una millonaria fábrica cervecera de Constellation Brands en gran parte terminada, después de realizar un referéndum contra la planta, argumentando que ponía en peligro el suministro de agua.
Hernández de Index dijo que Baja California y Chihuahua, otro estado fronterizo estrechamente integrado con la economía estadounidense, habían carecido durante los últimos tres años de alrededor de 1.8 gigavatios de abastecimiento de energía combinado para capitalizar la demanda existente.
México ha progresado trabajando con la academia para acelerar la formación de ingenieros y analizando dónde las firmas estadounidenses podrían convertir plantas de producción para centrarse en el ensamblaje, empaque y prueba de semiconductores, dijo Mónica Duhem, quien hasta octubre supervisó los esfuerzos en la Secretaría de Economía para atraer inversiones.
Pero aunque el gobernante aseguraba en privado a las compañías que valía la pena invertir en el país, sus frecuentes denuncias públicas contra las compañías energéticas alimentaban las dudas, subrayó.
“Las empresas multinacionales me dijeron, ¿cuál es tu estrategia en transición a energía renovable?”, recordó Duhem.
Hay señales de que la política está cambiando. El canciller Marcelo Ebrard dijo recientemente que México necesitaba invertir 50,000 millones de dólares para duplicar su capacidad de energía renovable para 2030, al discutir la inversión en semiconductores con ejecutivos en la ciudad fronteriza Tijuana.
“Si tú no estás produciendo con energías limpias, no vas a poder exportar a Estados Unidos”, advirtió.
(Reporte de Dave Graham; Editado por Claudia Parsons; Traducido por Raúl Cortés Fernández)