La AIE y la OPEP discrepan sobre el futuro de la demanda de petróleo, generando incertidumbre y posibles volatilidades en los mercados energéticos globales.
El futuro de la demanda mundial de petróleo es un tema de debate que divide a expertos y líderes del sector energético. La Agencia Internacional de la Energía (AIE) y la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) tienen previsiones muy diferentes sobre la evolución de esta demanda, lo que podría tener consecuencias significativas para el sector energético y la economía global.
La AIE, en su informe “Petróleo 2024”, prevé que la demanda mundial de petróleo alcanzará su punto máximo antes de 2030, impulsada por la transición hacia energías más limpias y cambios estructurales en la economía mundial. La AIE estima que la demanda, que era de algo más de 102 millones de barriles diarios en 2023, se estabilizará en torno a los 106 millones de barriles diarios a finales de la década. Este escenario, que implica una creciente capacidad de producción y un exceso de oferta, es visto con preocupación por la OPEP, ya que podría conducir a una caída de precios y a una reducción de inversiones en el sector.
En contraste, la OPEP, representada por su Secretario General, Haitham Al Ghais, critica la previsión de la AIE, calificándola de peligrosa y poco realista. Al Ghais sostiene que el pico de la demanda de petróleo no está próximo y señala que las previsiones anteriores sobre el fin del crecimiento de la demanda han sido incorrectas. Argumenta que la demanda sigue aumentando, especialmente en regiones donde miles de millones de personas aún no tienen acceso adecuado a la energía. Además, advierte que la proliferación de estos escenarios podría generar volatilidad energética y desestabilizar los mercados globales.
La AIE promueve una transición energética acelerada para cumplir con los objetivos climáticos y garantizar la sostenibilidad a largo plazo, basada en el avance de los vehículos eléctricos, la mejora de la eficiencia de los combustibles y la reducción del consumo de petróleo en la generación de electricidad. Por otro lado, la OPEP enfatiza la necesidad de un suministro energético suficiente, fiable y asequible, criticando a la AIE por una narrativa “antipetróleo” que ignora las realidades económicas de muchos países.
La divergencia entre estas previsiones genera incertidumbre y volatilidad en los mercados energéticos, planteando desafíos tanto para los productores como para los consumidores. El futuro de la demanda de petróleo sigue siendo incierto, y el mundo observará de cerca cómo se desarrolla esta controversia en los próximos años.
La AIE y la OPEP discrepan sobre el futuro de la demanda de petróleo, generando incertidumbre y posibles volatilidades en los mercados energéticos globales.
El futuro de la demanda mundial de petróleo es un tema de debate que divide a expertos y líderes del sector energético. La Agencia Internacional de la Energía (AIE) y la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) tienen previsiones muy diferentes sobre la evolución de esta demanda, lo que podría tener consecuencias significativas para el sector energético y la economía global.
La AIE, en su informe “Petróleo 2024”, prevé que la demanda mundial de petróleo alcanzará su punto máximo antes de 2030, impulsada por la transición hacia energías más limpias y cambios estructurales en la economía mundial. La AIE estima que la demanda, que era de algo más de 102 millones de barriles diarios en 2023, se estabilizará en torno a los 106 millones de barriles diarios a finales de la década. Este escenario, que implica una creciente capacidad de producción y un exceso de oferta, es visto con preocupación por la OPEP, ya que podría conducir a una caída de precios y a una reducción de inversiones en el sector.
En contraste, la OPEP, representada por su Secretario General, Haitham Al Ghais, critica la previsión de la AIE, calificándola de peligrosa y poco realista. Al Ghais sostiene que el pico de la demanda de petróleo no está próximo y señala que las previsiones anteriores sobre el fin del crecimiento de la demanda han sido incorrectas. Argumenta que la demanda sigue aumentando, especialmente en regiones donde miles de millones de personas aún no tienen acceso adecuado a la energía. Además, advierte que la proliferación de estos escenarios podría generar volatilidad energética y desestabilizar los mercados globales.
La AIE promueve una transición energética acelerada para cumplir con los objetivos climáticos y garantizar la sostenibilidad a largo plazo, basada en el avance de los vehículos eléctricos, la mejora de la eficiencia de los combustibles y la reducción del consumo de petróleo en la generación de electricidad. Por otro lado, la OPEP enfatiza la necesidad de un suministro energético suficiente, fiable y asequible, criticando a la AIE por una narrativa “antipetróleo” que ignora las realidades económicas de muchos países.
La divergencia entre estas previsiones genera incertidumbre y volatilidad en los mercados energéticos, planteando desafíos tanto para los productores como para los consumidores. El futuro de la demanda de petróleo sigue siendo incierto, y el mundo observará de cerca cómo se desarrolla esta controversia en los próximos años.