Arabia Saudita lucha por mantener su influencia en la OPEP+, enfrentando tensiones internas y la competencia de productores estadounidenses que complican su estrategia de precios altos.
Arabia Saudita, tradicional líder en la OPEP+, enfrenta dificultades para mantener su influencia y ejecutar su estrategia de precios altos en el mercado petrolero global. Estos precios son cruciales para financiar proyectos de infraestructura y diversificación económica bajo su plan Vision 2030. Sin embargo, tensiones internas en la OPEP+ y la competencia externa, principalmente de productores de petróleo de esquisto en Estados Unidos, complican este objetivo.
A pesar de los esfuerzos sauditas para restringir su propia producción y estabilizar el mercado, otros miembros como los Emiratos Árabes Unidos, Irak y Kazajistán presionan para aumentar su producción, priorizando ganancias a corto plazo. Este descontento refleja una creciente fractura dentro del cártel, ya que mantener recortes prolongados afecta la participación de mercado de los países miembros.
La dinámica global también juega en contra de la OPEP+. La producción petrolera estadounidense sigue aumentando, debilitando el peso geopolítico del cártel. Además, la economía china, un motor clave de la demanda, está creciendo más lentamente de lo esperado y adoptando prácticas más eficientes en el consumo de combustible.
Arabia Saudita evita iniciar una guerra de precios como en 2014 y 2020, mientras que los analistas sugieren retrasar el aumento de producción hasta el segundo trimestre de 2025, cuando podría haber mayor demanda. Sin embargo, un excedente global de crudo ya está acumulándose, aumentando la presión sobre los precios.
Mantener la cohesión en la OPEP+ y adaptarse a un entorno de precios más bajos será clave para Arabia Saudita. Según expertos, el reino apuesta a una estrategia a largo plazo que permita superar el pico proyectado de producción estadounidense, consolidando así su liderazgo en el mercado global.