Shell advierte que Brasil debe decidir si mantiene su apuesta por combustibles fósiles y nuevas concesiones para aprovechar su posición como productor líder de petróleo.
Brasil, con el potencial de convertirse en uno de los cinco mayores exportadores de petróleo en 2030, enfrenta decisiones estratégicas sobre el futuro de su política energética, según Cristiano Pinto da Costa, presidente de Shell en Brasil.
Durante una rueda de prensa, Costa destacó la importancia de definir si el país mantendrá su apuesta por los combustibles fósiles mediante nuevas concesiones y licencias ambientales.
Las multinacionales del sector expresan preocupación por la falta de claridad respecto a futuras subastas petroleras organizadas por la Agencia Nacional de Petróleo (ANP). Brasil, que ha atraído inversiones significativas en las últimas décadas, corre el riesgo de ver una declinación en la producción si no renueva sus reservas. En la última década, las perforaciones cayeron de 100 nuevos pozos en 2010 a solo seis en 2023, lo que amenaza la sostenibilidad de la industria.
El gobierno de Luiz Inácio Lula da Silva enfrenta presiones para acelerar la transición energética, reducir la producción de hidrocarburos y evitar la exploración en áreas vulnerables como la desembocadura del río Amazonas. Sin embargo, Shell argumenta que Brasil sigue siendo una fuente confiable y competitiva, con petróleo de baja huella de carbono en comparación con el promedio mundial.
Brasil podría alcanzar un tope de producción en 2030, con exportaciones previstas de 2.5 millones de barriles diarios. Según Shell, la previsibilidad y continuidad en las subastas son fundamentales para que el país mantenga su papel como abastecedor global.
En septiembre de 2024, Shell alcanzó un récord de producción en Brasil con 523,000 barriles diarios, consolidando su posición como la segunda mayor productora del país y reafirmando la importancia estratégica de Brasil dentro de las operaciones globales de la multinacional.