Por: Rafael Díaz Real
El fin del tratado puede elevar los precios de los productos petrolíferos y del gas natural que México importa desde Estados Unidos. La dependencia del país vecino se ha elevado en los últimos años. No sería una consecuencia directa, pero si indirecta, y que muestra el bajo nivel de desarrollo industrial y de tecnología en este sector por parte de nuestro país. Desarrollar infraestructura cuesta, y todos los gobiernos previos han sido negligentes en este sentido. No es cuestión de si a corto plazo sale más cara o no una refinería o varias, sino enfocar el proyecto a producir combustibles y químicos de alto valor agregado (alta especialidad), de productos que haciendo correctamente un caso de negocio, podamos ver que se pueden llegar a producir cantidades comercialmente viables. El punto es que se sepa escoger el producto a desarrollar, que se tenga la tecnología (añadiendo que hay muchas tecnologías mexicanas, en las que simplemente no se confía, pero que han sido avaladas por organismos como CONACyT, y la misma Secretaría de Energía), y que el capital de inversión no se “detenga” por situaciones políticas. Basta el ejemplo de países como Italia, cuyo sistema político es caótico, pero eso no hace que la economía se paralice.
El flujo de energéticos entre México y Estados Unidos, un mercado de decenas de miles de millones de dólares para ambos países, puede verse afectado con el fin del Tratado de Libre Comercio (TLCAN), debido a los aranceles y a condiciones más restrictivas para su comercio. México no debe quitar de encima de la negociación el capítulo energético y ver las ventajas de inscribirlo, sin sacrificar los beneficios del país en aras de la prisa.
México importó el equivalente a 20,200 millones de dólares (mdd) de productos energéticos desde Estados Unidos en 2016, la mayor parte de refinados del petróleo y en menor porcentaje de gas natural, según cifras de la Agencia de Información Energética de Estados Unidos (EIA por sus siglas en inglés). En cambio, el país exportó el equivalente a 8,700 mdd hacia la nación vecina del norte en el mismo periodo, virtualmente con un ingreso derivado de la venta de petróleo.
La dependencia mexicana de combustibles y de gas natural estadounidense se ha intensificado en los últimos tres años. Las gasolinas que vienen del extranjero, en su mayoría de Estados Unidos. El fin del TLCAN, con la consecuencia de un alza en las cuotas arancelarias, puede encarecer estos productos. En el caso de las gasolinas, México tiene mayor margen de maniobra, porque existen otras zonas del mundo, como Europa o países de las Antillas, que pueden suplir parte del abasto que se hace hoy desde Estados Unidos.
Se surten casi el 65% del mercado nacional, lo cual es un problema menor comparado con el abastecimiento del exterior del gas natural, que si bien se sabe que se necesita no ha habido iniciativas para su reutilización, y en la mayoría de las refinerías se sigue quemando, por ende las compras al exterior superan a la producción nacional.
Pero en el gas natural resulta más complicado, por la propia naturaleza de este producto. Traer la molécula en barco requeriría transformar el producto en gas natural licuado, elevando mucho su precio. Los estadounidenses saben que tienen un cliente cautivo. Por eso este tema del arancel al gas natural ha ganado algo de tracción, porque no tenemos cómo reemplazarlo, y en principio sería contraproducente para nuestro sistema de uso y aprovechamiento de combustibles. Sin embargo, Estados Unidos también puede salir perdiendo. Existe un grupo importante de compañías en la Costa del Golfo de ese país que puede ver peligrar su negocio en caso de que disminuya el flujo de energéticos con México. Ellos también tienen una dependencia importante para colocar su producto en México. Ahí va a ser interesante el tema de discusión, y una palanca para negociar. Sería ver qué tan fuerte es el cabildeo de los industriales petroleros asentados en la zona norte del Golfo de México.
Esta zona de Estados Unidos tiene una de las mayores capacidades de refinación a nivel mundial, a tal grado que quedó sobrada para surtir la demanda en su país, por lo que México se convirtió en el mejor cliente para poder disponer y aprovechas todas esas plantas subutilizadas a costos operativos relativamente bajos (pasar una producción en una planta de 60% a digamos 85% no implica un cambio sustancial en los gastos indirectos, casi exclusivamente sería solo el costo directo el que subiría.
¿QUÉ PUEDE MÉXICO GANAR Y PERDER?
Si los países deciden mantenerse en un TLCAN renovado, México debe cuidar los términos en cuanto a la trasferencia tecnológica, mano de obra y beneficios para las empresas del sector, porque son aspectos donde Estados Unidos y Canadá tienen más que ganar. El reto es que México pueda hacer este acto muy difícil de entrar al TLCAN en el capítulo de energía, pero que pueda conservar restricciones en materia de tecnología.
Los otros dos países cuentan con fuertes sectores privados en materia de producción y extracción de hidrocarburos, además de refinación y logística, mientras que México apenas transita del monopolio de Pemex hacia la libre competencia. Por ello, según los consultores, el gobierno debe evitar que una apertura fuerte impacte en el desarrollo de la incipiente industria energética mexicana.
La inclusión de México en este capítulo también puede dar más tracción a los cambios constitucionales y legales de los últimos cuatro años. Al incluir estos temas de apertura en un tratado internacional, se vuelve más complicado realizar cambios legales destinados a retrasar o revertir la reforma energética por posteriores gobiernos.
EL PLAN B DE MÉXICO AL TLCAN COMIENZA A DAR RESULTADOS
Las exportaciones mexicanas a la Unión Europea, Japón y Brasil repuntan, mientras que las de Estados Unidos se mantienen.
Dainzú Patiño /
El plan B de México de diversificar sus exportaciones, ante una posible salida de Estados Unidos del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), ha empezado a dar resultado desde finales de 2017.
La participación de Estados Unidos como destino de las exportaciones mexicanas bajó de 81.2% en el periodo enero-agosto de 2016, a 80.49% en el mismo lapso de 2017, mientras que otros destinos como Brasil, Unión Europea y Japón ganaron participación como clientes de México, e incrementaron sus envíos a territorio mexicano, refieren cifras del Banco de México (Banxico).
Mientras el presidente de Estados Unidos Donald Trump ha estado amenazando con que EEUU saldría del TLCAN, si éste no lo consideraba como un convenio justo para su país (entendiéndose que en todos los ámbitos ellos deberían tener un superávit, de otra forma no sería “justo”, desde que era candidato, el gobierno mexicano convocó a las empresas a intensificar el intercambio comercial con otros países con los que México tiene un acuerdo comercial.
La estrategia a seguir, y que implica multiplicar esfuerzos en varios frentes, radica en una mayor promoción comercial con países asiáticos como Japón, la actualización del Tratado de Libre Comercio de la Unión Europea con México (TLCUEM) y la modernización de los acuerdos de complementación económica (ACEs) con Argentina y Brasil, entre otras acciones.
“Ha habido un esfuerzo por diversificar el comercio, parte del repunte que estamos viendo (con países distintos a Estados Unidos) es marginal, pero se ha dado y puede ser reflejo de ese esfuerzo”, comentó Carlos Capistrán, economista en jefe para México y Canadá en Bank of America Merrill Lynch.
Envíos Las exportaciones mexicanas se intensifican a otros destinos diferentes a Estados Unidos.
“Las cifras reflejan que estamos entendiendo el peligro de poner todos los huevos en un solo canasto. La diversificación es algo positivo que debemos hacer con o sin TLCAN”, dijo por su parte Fernando Ruíz, director del Consejo Mexicano de Comercio Exterior (Comce). Brasil, Unión Europea y Japón también incrementaron sus envíos a territorio mexicano 11.3%, 13.3% y 4.9% anual, respectivamente, en el periodo enero-agosto. Un informe enviado el por la Comisión Europea detalló que entre el 25 y 30 de septiembre se lograron “buenos progresos”, en la quinta ronda para modernizar el TLCUEM (Tratado de Libre Comercio Unión Europea –México). Algunos de los temas que avanzaron fueron reglas de origen, aduanas y servicios.
No obstante, poco más del 80% de las exportaciones mexicanas sigue concentrándose en Estados Unidos. Por lo que, de lograr una renegociación exitosa con Estados Unidos y Canadá para modernizar el TLCAN, el hecho de que México diversifique sus exportaciones con otros países, sería algo extra, muy benéfico, que daría fuerza en la negociación del mismo TLCAN.
Llegadas también el origen de las importaciones comienza a repuntar por envíos de Brasil y la Unión Europea
EU Y CANADÁ DESCARTAN PONER FECHAS A LA RENEGOCIACIÓN DEL TLCAN
La canciller canadiense, Chrystia Freeland, dice que su par estadounidense en la revisión del acuerdo, Robert Lighthizer, está a favor de seguir con las conversaciones, aunque sin una fecha fatal. Canadá coincidió este jueves 14 de junio con Estados Unidos en que las lentas negociaciones para modernizar el TLCAN deberían continuar, aunque no se estableció un calendario, dijo a periodistas la canciller canadiense, Chrystia Freeland. En declaraciones en Washington, Freeland dijo tras conversaciones con el representante comercial estadounidense Robert Lighthizer que Estados Unidos, Canadá y México concordaron en que se habían logrado avances significativos en las discusiones para modernizar el TLCAN. Freeland añadió que los tres países pueden seguir trabajando en la revisión del pacto comercial incluso con procesos electorales en curso. “Estarán trabajando duro en el verano”, dijo.
Respecto a las tensiones que el gobierno canadiense tiene con Estados Unidos en materia comercial y arancelaria Freeland aseguró que no incrementará su respuesta contra los aranceles impuestos a la importaciones de acero y aluminio por la administración de Donald Trump contra su país México y la Unión Europea”. Hay que considerar que algunos ámbitos se ha considerado la salida de EEUU de la OMC, lo cual realmente podría afectar el comercio mundial, por una guerra comercial (a no tenerse que sujetar EEUU a las cuotas y aranceles dictados por la OMC), que dañaría a todos los países.
Queda ver cómo se afectarán las fechas y subsecuentes negociaciones a partir de los resultados de la votación en México. Si bien el cambio de gobierno es hasta el 1º de diciembre, el nuevo Congreso Mexicano empieza a sesionar el 1º de septiembre, y sería en todo caso quien tendría, dadas las fechas actuales, que aprobar o no el tratado. En las últimas semanas se han dado varias reuniones de los representantes del sector industrial a diversos niveles y de muy diversas áreas, con los candidatos, y se han obtenidos compromisos (que no son más que eso, y que dado el momento se podrían romper sin mucha pena por parte del gobierno), para que, no se tomen decisiones drásticas respecto de grandes inversiones y proyectos ya en desarrollo, que las etapas subsecuentes en esto grandes proyectos, no puedan ser canceladas unilateralmente sino con una revisión bipartita de los costos y beneficios de hacerlo.
Referencias
- https://expansion.mx/empresas/2017/10/17/el-sector-energetico-tambien-tiene-que-perder-sin-el-tlcan?internal_source=PLAYLIST
- https://expansion.mx/economia/2017/10/17/el-plan-b-de-mexico-al-tlcan-comienza-a-dar-resultados?internal_source=PLAYLIST