La alta demanda de energía en Europa ha chocado con la menor producción de las fuentes de energía renovables.
La ola de calor que azota algunas zonas de Europa ha aumentado la presión sobre los sistemas energéticos, ya que la demanda de aire acondicionado corre el riesgo de hacer subir los precios y agravar el problema de la acumulación de reservas para protegerse de nuevos cortes en el suministro de gas ruso.
Las temperaturas sofocantes han llegado antes de lo habitual este año, sobre todo en Francia y España, lo que ha llevado a los consumidores a encender el aire acondicionado a pesar de los precios históricamente altos de la electricidad.
Europa, por su parte, se apresura a llenar sus depósitos antes de lo que suele ser la temporada invernal de máxima demanda, ya que teme que se produzcan interrupciones en el 40% del gas europeo suministrado por Rusia, que ya ha cortado el suministro a algunos clientes.
Al superar las temperaturas los 40 Celsius en algunas partes de España, la alta demanda de energía ha chocado con la menor producción de las fuentes de energía renovables, lo que ha obligado al sistema eléctrico a recurrir a las plantas de gas, más caras. Esto ha hecho que la demanda de gas para la generación de energía alcance un récord.
Las centrales eléctricas de gas en España recibieron 770 gigavatios hora (GWh) de este combustible el miércoles, la cifra diaria más alta desde junio de 2008, según informó el operador del sistema de transporte, Enagás.
Las temperaturas en varias zonas de la vecina Francia alcanzaron los 40 C el jueves y se espera que alcancen un máximo de 42 C el sábado, lo que plantea problemas para la generación nuclear, que necesita agua fría de río para bajar las temperaturas en las plantas.
El operador nuclear EDF dijo que preveía que la producción se vea restringida por el aumento de las temperaturas y la caída de los caudales en el río Ródano, cerca de su planta de Saint Alban.
“Las olas de calor llevan el sistema al límite”, dijo Christian Egenhofer, investigador principal asociado del Centro de Estudios Políticos Europeos.
Según los científicos, el cambio climático está haciendo que las olas de calor sean más frecuentes y graves. En 2021, Europa vivió el verano más caluroso de su historia.
“La situación es un estrés en general, incluso en condiciones normales. Lo es aún más ahora, dada la situación en la que nos encontramos con los precios del gas, con las condiciones generales de estrechez del mercado”, dijo Simone Tagliapietra, analista principal del centro de estudios económicos Bruegel, con sede en Bruselas.
El precio de referencia del gas en Europa,, que influye en los precios de la electricidad, ha subido un 320% en el último año, lo que ha hecho aumentar los costes de la electricidad en toda la UE.
Un portavoz del operador de transporte de electricidad de Francia, RTE, dijo que el aumento de las temperaturas en los dos últimos días había impulsado la demanda, y que las importaciones de electricidad de países vecinos como España, Italia, Alemania, Bélgica y Reino Unido habían ayudado a compensar la reducción de la energía nuclear.
Se espera que la energía eólica, fotovoltaica y termosolar se recupere en España el viernes, reduciendo la demanda de gas, dijo Enagás.
“Puede haber alguna tensión, pero en general deberíamos cubrir este verano sin problemas. El almacenamiento de gas sigue llenándose en estos momentos”, dijo Fernando García, director de análisis de valores energéticos europeos en RBC Capital Markets.
Sin embargo, algunos analistas afirman que la elevada demanda de un verano caluroso podría dificultar el llenado suficiente de los depósitos de cara al invierno.
Los países de la UE han llenado rápidamente sus depósitos de gas este año, con un 52% de reservas en toda la UE, frente al 25% de finales del invierno. Se considera improbable que se agoten los suministros, pero la fuerte demanda y la preocupación por los flujos rusos podrían mantener los precios de la energía en niveles elevados.
La ola de calor ha coincidido con la introducción de un mecanismo en España y Portugal para subvencionar temporalmente los costes de generación de las plantas de combustibles fósiles, con el fin de intentar limitar el impacto de los altos precios del gas en las facturas de electricidad, mientras los países construyen más capacidad renovable para reducir la dependencia del gas que emite CO2 a largo plazo.
Andreas Rudinger, investigador asociado del centro de estudios IDDRI, con sede en París, afirma que esto afecta a las exportaciones de electricidad a Francia desde España.
“Si los precios de la electricidad bajan en España, la importación se vuelve aún más atractiva para los actores franceses, teniendo en cuenta la escasez existente a nivel nacional”, dijo.
(Reporte de Isla Binnie y Kate Abnett, información adicional de Forrest Crellin; edición de Barbara Lewis; traducción de Flora Gómez)