Las compañías petroleras han recortado sus presupuestos de exploración y extracción debido a las afectaciones provocadas por COVID-19 a la demanda internacional de petróleo.
Sin embargo, con la pausa en las inversiones es probable que las petroleras incrementen el gasto en trabajos de desmantelamiento.
Un análisis realizado por Rystad Energy, muestra que las inversiones por desmantelamiento de infraestructura se acumularán hasta 2024 donde podría llegar a 42 mil millones de dólares.
Con una antigüedad promedio de los activos de 25 años, el mercado de desmantelamiento del noroeste de Europa podría crecer un 20% en compromisos anuales hasta 2022 si los bajos precios actuales del petróleo no muestran signos de recuperación importante.
El problema radica en que los actuales precios del petróleo afectan no sólo la viabilidad comercial de la mayoría de los proyectos en Europa, sino que también afectará el desmantelamiento de ellos.
Un exceso regulatorio podría provocar que en un ambiente de precios bajos los operadores prefieran cumplir con las obligaciones básicas y retirar la infraestructura que llevar a cabo las inversiones.
“Un entorno prolongado de bajo precio puede potencialmente motivar a los operadores a aprovechar los bajos precios del contrato y comprometerse con sus obligaciones de retiro de activos, estimulando así la actividad de desmantelamiento en la región del noroeste de Europa. Esto también brindará oportunidades bienvenidas para los contratistas en un mercado de servicios de campos petroleros que de otro modo sería sombrío”, dijo Sumit Yadev, analista de servicios energéticos de Rystad Energy.
El aumento del gasto en desmantelamiento puede limitar el espacio para que los operadores inviertan en otros segmentos, como exploración, desarrollo y proyectos mejorados de recuperación de petróleo.
Se espera que el taponamiento de pozos representan el 45% de los costos de desmantelamiento, seguido del retiro de plataformas con el 20%.
Las compañías petroleras han recortado sus presupuestos de exploración y extracción debido a las afectaciones provocadas por COVID-19 a la demanda internacional de petróleo.
Sin embargo, con la pausa en las inversiones es probable que las petroleras incrementen el gasto en trabajos de desmantelamiento.
Un análisis realizado por Rystad Energy, muestra que las inversiones por desmantelamiento de infraestructura se acumularán hasta 2024 donde podría llegar a 42 mil millones de dólares.
Con una antigüedad promedio de los activos de 25 años, el mercado de desmantelamiento del noroeste de Europa podría crecer un 20% en compromisos anuales hasta 2022 si los bajos precios actuales del petróleo no muestran signos de recuperación importante.
El problema radica en que los actuales precios del petróleo afectan no sólo la viabilidad comercial de la mayoría de los proyectos en Europa, sino que también afectará el desmantelamiento de ellos.
Un exceso regulatorio podría provocar que en un ambiente de precios bajos los operadores prefieran cumplir con las obligaciones básicas y retirar la infraestructura que llevar a cabo las inversiones.
“Un entorno prolongado de bajo precio puede potencialmente motivar a los operadores a aprovechar los bajos precios del contrato y comprometerse con sus obligaciones de retiro de activos, estimulando así la actividad de desmantelamiento en la región del noroeste de Europa. Esto también brindará oportunidades bienvenidas para los contratistas en un mercado de servicios de campos petroleros que de otro modo sería sombrío”, dijo Sumit Yadev, analista de servicios energéticos de Rystad Energy.
El aumento del gasto en desmantelamiento puede limitar el espacio para que los operadores inviertan en otros segmentos, como exploración, desarrollo y proyectos mejorados de recuperación de petróleo.
Se espera que el taponamiento de pozos representan el 45% de los costos de desmantelamiento, seguido del retiro de plataformas con el 20%.