La economía mundial seguirá gravitando sobre la dependencia del petróleo en la próxima década dado que las energías alternativas todavía necesitan enormes subsidios como para ser viables en los países en vías de desarrollo.
Por: Germán Gorraiz Lopez
La economía mundial seguirá gravitando sobre la dependencia del petróleo en la próxima década dado que las energías alternativas todavía necesitan enormes subsidios como para ser viables en los países en vías de desarrollo, la práctica del fracking (especie de panacea universal que resolverá los problemas energéticos de la Humanidad) es todavía incipiente y suscita recelos medioambientales y la inercia de los activos petroleros no permitirá que las grandes compañías abandone sus equipos e infraestructura actuales.
El gas natural se presenta como el único sustituto ante una presunta escasez de petróleo, pero este recurso también sigue el mismo camino de inestabilidad, por lo que los principales países desarrollados han implementado medidas cosméticas de ahorro de energía.
Así, los principales países desarrollados cuentan con reservas estratégicas de petróleo que destinan exclusivamente para uso en situaciones críticas para garantizar el consumo interno durante un par de meses, inventarios que habrían sufrido una caída por debajo de la media de los últimos cinco años.
Según Rystad Energy, la industria petrolera necesita reemplazar 34 mil millones de barriles de crudo al año pero en el 2015 tan sólo se alcanzaron los 8 mil millones de barriles debido al drástico descenso de las inversiones en exploración y producción mundial.
La producción actual de petróleo proviene en más de un 60% de campos maduros,(que tienen más de 25 años de ser explotados de manera intensiva) por lo que las nuevas prospecciones se realizan en regiones más remotas (Ártico, Amazonas) con mayor coste productivo (120 dólares) y menor rentabilidad, amenazando en muchas ocasiones a reservas y parques naturales (Ártico, Alaska, Amazonas) y siendo el desfase entre el consumo mundial y los descubrimientos de nuevas explotaciones abismal (en una proporción de 4 a 1).
La Agencia Internacional de la Energía (AIE), en un informe titulado “Perspectivas mundiales de inversión en energía”, advierte que será necesario invertir 48 billones de dólares hasta el 2035 para cubrir las crecientes necesidades energéticas mundiales, pero el abrupto desplome del precio del crudo hasta los 50 dólares, imposibilitó a los países productores conseguir precios competitivos (rondando los 80 dólares) que permitirían la necesaria inversión en infraestructuras energéticas y búsqueda de nuevas explotaciones, por lo que no sería descartable la escasez de petróleo en el próximo Quinquenio al concatenarse los recortes en la producción de crudo con la recuperación económica de las principales economías tractoras (Estados Unidos, Unión Europea y China).
Así, el aumento de la demanda energética mundial cercana a 1.5 millones de barriles al año aunado con el recorte de producción pactado entre Rusia y la OPEP y la falta de resolución del contencioso iraní han provocado un déficit diario de 1 millón de barriles, la escalada del crudo hasta los 70 dólares el barril y tasas de inflación desbocadas en EEUU, China y UE que tendrán como efecto colateral el incrementos del precio del dinero por parte de los Bancos Centrales y la asfixia económica de incontables países con una Deuda Pública estratosférica.
Todo ello, originará presumiblemente una psicosis de desabastecimiento y el incremento espectacular del precio del crudo hasta niveles del 2008 (rondando los 120 dólares) que tendrá su reflejo en un salvaje encarecimiento de los fletes de transporte y de los fertilizantes agrícolas, lo que aunado con inusuales sequías e inundaciones en los tradicionales graneros mundiales y la consecuente aplicación de restricciones a la exportación de commodities de dichos países para asegurar su autoabastecimiento, terminará por producir el desabastecimiento de los mercados mundiales, el incremento de los precios hasta niveles estratosféricos y la consecuente crisis alimentaria mundial .
La economía mundial seguirá gravitando sobre la dependencia del petróleo en la próxima década dado que las energías alternativas todavía necesitan enormes subsidios como para ser viables en los países en vías de desarrollo.
Por: Germán Gorraiz Lopez
La economía mundial seguirá gravitando sobre la dependencia del petróleo en la próxima década dado que las energías alternativas todavía necesitan enormes subsidios como para ser viables en los países en vías de desarrollo, la práctica del fracking (especie de panacea universal que resolverá los problemas energéticos de la Humanidad) es todavía incipiente y suscita recelos medioambientales y la inercia de los activos petroleros no permitirá que las grandes compañías abandone sus equipos e infraestructura actuales.
El gas natural se presenta como el único sustituto ante una presunta escasez de petróleo, pero este recurso también sigue el mismo camino de inestabilidad, por lo que los principales países desarrollados han implementado medidas cosméticas de ahorro de energía.
Así, los principales países desarrollados cuentan con reservas estratégicas de petróleo que destinan exclusivamente para uso en situaciones críticas para garantizar el consumo interno durante un par de meses, inventarios que habrían sufrido una caída por debajo de la media de los últimos cinco años.
Según Rystad Energy, la industria petrolera necesita reemplazar 34 mil millones de barriles de crudo al año pero en el 2015 tan sólo se alcanzaron los 8 mil millones de barriles debido al drástico descenso de las inversiones en exploración y producción mundial.
La producción actual de petróleo proviene en más de un 60% de campos maduros,(que tienen más de 25 años de ser explotados de manera intensiva) por lo que las nuevas prospecciones se realizan en regiones más remotas (Ártico, Amazonas) con mayor coste productivo (120 dólares) y menor rentabilidad, amenazando en muchas ocasiones a reservas y parques naturales (Ártico, Alaska, Amazonas) y siendo el desfase entre el consumo mundial y los descubrimientos de nuevas explotaciones abismal (en una proporción de 4 a 1).
La Agencia Internacional de la Energía (AIE), en un informe titulado “Perspectivas mundiales de inversión en energía”, advierte que será necesario invertir 48 billones de dólares hasta el 2035 para cubrir las crecientes necesidades energéticas mundiales, pero el abrupto desplome del precio del crudo hasta los 50 dólares, imposibilitó a los países productores conseguir precios competitivos (rondando los 80 dólares) que permitirían la necesaria inversión en infraestructuras energéticas y búsqueda de nuevas explotaciones, por lo que no sería descartable la escasez de petróleo en el próximo Quinquenio al concatenarse los recortes en la producción de crudo con la recuperación económica de las principales economías tractoras (Estados Unidos, Unión Europea y China).
Así, el aumento de la demanda energética mundial cercana a 1.5 millones de barriles al año aunado con el recorte de producción pactado entre Rusia y la OPEP y la falta de resolución del contencioso iraní han provocado un déficit diario de 1 millón de barriles, la escalada del crudo hasta los 70 dólares el barril y tasas de inflación desbocadas en EEUU, China y UE que tendrán como efecto colateral el incrementos del precio del dinero por parte de los Bancos Centrales y la asfixia económica de incontables países con una Deuda Pública estratosférica.
Todo ello, originará presumiblemente una psicosis de desabastecimiento y el incremento espectacular del precio del crudo hasta niveles del 2008 (rondando los 120 dólares) que tendrá su reflejo en un salvaje encarecimiento de los fletes de transporte y de los fertilizantes agrícolas, lo que aunado con inusuales sequías e inundaciones en los tradicionales graneros mundiales y la consecuente aplicación de restricciones a la exportación de commodities de dichos países para asegurar su autoabastecimiento, terminará por producir el desabastecimiento de los mercados mundiales, el incremento de los precios hasta niveles estratosféricos y la consecuente crisis alimentaria mundial .