En septiembre participé en The Great Energy Debate en América Latina y el Caribe, el debate invitó a que los espectadores que se conectaron a través de toda la región formularán preguntas complicadas sobre el futuro de la energía.
Por: Maarten Wetselaar- Director de Soluciones Integradas de Gas, Renovables y Energía de Shell
El cambio es un reto. Sólo hay que pensar en la última vez que no estuviste de acuerdo con un amigo, colega o familiar y cambiaste de opinión. Un cambio así empieza por escuchar, dejar que el otro termine su frase y, lo más difícil de todo, tener realmente una mente abierta.
El cambio, en definitiva, requiere un diálogo constructivo. Y esto no puede ser más cierto cuando se trata de los grandes retos, como la lucha contra el cambio climático.
En septiembre, participé en The Great Energy Debate en América Latina y el Caribe con Andrea Heins, presidenta del Comité Argentino del Consejo Mundial de la Energía, Jimena Marván Santín, directora ejecutiva de Chapter Zero México, Thiago Barral, presidente ejecutivo de la Oficina de Investigación Energética de Brasil, y con Georgie Barrat y Jemel Akeem como anfitriones. Muchos estudiantes de toda la región se unieron en línea. Fue un gran debate.
Los panelistas fuimos cuestionados sobre una variedad de temas. Varios estudiantes, comprensiblemente, se preocupan por el petróleo y el gas y me preguntaron si Shell está haciendo lo suficiente para reducir las emisiones de carbono. Les aseguré que hacemos mucho, en todo el mundo y en la región. Para dar sólo algunos ejemplos, a través de nuestra empresa conjunta Raízen en Brasil, somos líderes mundiales en la producción de biocombustible a partir de la caña de azúcar, estamos explorando el desarrollo de plantas de energía solar en Trinidad y Tobago, y formamos parte de un proyecto que mitiga las emisiones de carbono mediante la protección de la selva tropical que se encuentra en peligro en Perú.
Aparte del papel que puede desempeñar Shell, el debate se centró en cómo debería evolucionar la combinación energética en América Latina y el Caribe para reducir las emisiones de carbono y ayudar a las economías locales a desarrollarse. Hablamos de toda la gama del sistema energético, desde el gas natural licuado (GNL) hasta el bioetanol, desde la energía eólica hasta la solar, y desde el hidrógeno hasta la importancia de conectar lo más posible a la red eléctrica en el continente. El diálogo, que fue muy constructivo, me recordó algunas verdades básicas.
En primer lugar, la importancia de contemplar un reto desde diferentes perspectivas. Por ejemplo, es totalmente correcto decir que el mundo necesita urgentemente acelerar la transición hacia las emisiones netas cero. Pero depende del lugar del mundo en el que se viva lo que esto significa en la práctica. Muchos países de todo el mundo, incluidos varios de América Latina y el Caribe, dependen hoy de los ingresos procedentes de materias primas como el petróleo y el gas para realizar las enormes inversiones necesarias para la transición energética, lo que, como mínimo, complica las cosas.
Lo segundo que el diálogo dejó claro es que sólo podemos afrontar el cambio climático juntos. Los países, las empresas y las comunidades deben actuar de forma sincronizada, o no podrán hacerlo en absoluto. Una empresa energética, por poner un ejemplo, sólo puede hacer crecer la parte de su negocio que ofrece la recarga de vehículos eléctricos si hay suficientes clientes con coches de batería eléctrica. Y la gente sigue necesitando políticas, normativas e incentivos gubernamentales para invertir en estos vehículos.
Lo última cosa que obtuve de este diálogo constructivo fue que debemos mantenernos positivos. Y vi mucho positivismo con los estudiantes en línea. Esto tiene sentido, porque América Latina y el Caribe tienen un enorme potencial en materia de energía. Muchos países de la región producen y exportan petróleo y gas en la actualidad, pero también pueden exportar biocombustibles avanzados, o hidrógeno hecho a partir de gas natural, así como energía eólica, solar o hidráulica en el futuro. De hecho, veo muchas oportunidades para que el continente se fortalezca a partir de la transición energética. Y Shell está dispuesta a ayudar a los países de la región a aprovechar estas oportunidades.
En septiembre participé en The Great Energy Debate en América Latina y el Caribe, el debate invitó a que los espectadores que se conectaron a través de toda la región formularán preguntas complicadas sobre el futuro de la energía.
Por: Maarten Wetselaar- Director de Soluciones Integradas de Gas, Renovables y Energía de Shell
El cambio es un reto. Sólo hay que pensar en la última vez que no estuviste de acuerdo con un amigo, colega o familiar y cambiaste de opinión. Un cambio así empieza por escuchar, dejar que el otro termine su frase y, lo más difícil de todo, tener realmente una mente abierta.
El cambio, en definitiva, requiere un diálogo constructivo. Y esto no puede ser más cierto cuando se trata de los grandes retos, como la lucha contra el cambio climático.
En septiembre, participé en The Great Energy Debate en América Latina y el Caribe con Andrea Heins, presidenta del Comité Argentino del Consejo Mundial de la Energía, Jimena Marván Santín, directora ejecutiva de Chapter Zero México, Thiago Barral, presidente ejecutivo de la Oficina de Investigación Energética de Brasil, y con Georgie Barrat y Jemel Akeem como anfitriones. Muchos estudiantes de toda la región se unieron en línea. Fue un gran debate.
Los panelistas fuimos cuestionados sobre una variedad de temas. Varios estudiantes, comprensiblemente, se preocupan por el petróleo y el gas y me preguntaron si Shell está haciendo lo suficiente para reducir las emisiones de carbono. Les aseguré que hacemos mucho, en todo el mundo y en la región. Para dar sólo algunos ejemplos, a través de nuestra empresa conjunta Raízen en Brasil, somos líderes mundiales en la producción de biocombustible a partir de la caña de azúcar, estamos explorando el desarrollo de plantas de energía solar en Trinidad y Tobago, y formamos parte de un proyecto que mitiga las emisiones de carbono mediante la protección de la selva tropical que se encuentra en peligro en Perú.
Aparte del papel que puede desempeñar Shell, el debate se centró en cómo debería evolucionar la combinación energética en América Latina y el Caribe para reducir las emisiones de carbono y ayudar a las economías locales a desarrollarse. Hablamos de toda la gama del sistema energético, desde el gas natural licuado (GNL) hasta el bioetanol, desde la energía eólica hasta la solar, y desde el hidrógeno hasta la importancia de conectar lo más posible a la red eléctrica en el continente. El diálogo, que fue muy constructivo, me recordó algunas verdades básicas.
En primer lugar, la importancia de contemplar un reto desde diferentes perspectivas. Por ejemplo, es totalmente correcto decir que el mundo necesita urgentemente acelerar la transición hacia las emisiones netas cero. Pero depende del lugar del mundo en el que se viva lo que esto significa en la práctica. Muchos países de todo el mundo, incluidos varios de América Latina y el Caribe, dependen hoy de los ingresos procedentes de materias primas como el petróleo y el gas para realizar las enormes inversiones necesarias para la transición energética, lo que, como mínimo, complica las cosas.
Lo segundo que el diálogo dejó claro es que sólo podemos afrontar el cambio climático juntos. Los países, las empresas y las comunidades deben actuar de forma sincronizada, o no podrán hacerlo en absoluto. Una empresa energética, por poner un ejemplo, sólo puede hacer crecer la parte de su negocio que ofrece la recarga de vehículos eléctricos si hay suficientes clientes con coches de batería eléctrica. Y la gente sigue necesitando políticas, normativas e incentivos gubernamentales para invertir en estos vehículos.
Lo última cosa que obtuve de este diálogo constructivo fue que debemos mantenernos positivos. Y vi mucho positivismo con los estudiantes en línea. Esto tiene sentido, porque América Latina y el Caribe tienen un enorme potencial en materia de energía. Muchos países de la región producen y exportan petróleo y gas en la actualidad, pero también pueden exportar biocombustibles avanzados, o hidrógeno hecho a partir de gas natural, así como energía eólica, solar o hidráulica en el futuro. De hecho, veo muchas oportunidades para que el continente se fortalezca a partir de la transición energética. Y Shell está dispuesta a ayudar a los países de la región a aprovechar estas oportunidades.