El engaño de la soberanía energética, con decisiones políticas económicamente inviables.
Juan Carlos Machorro, socio a cargo de la división transaccional y de energía de la firma Santamarina y Steta señaló que la soberanía energética no se obtiene cuando hay escasez y escaladas de precios en electricidad y combustibles. Cosa que a la fecha no han podido resolver las empresas estatales. Menos se va a lograr si se promueve la participación monopólica y monopsónica del Estado Mexicano en actividades del sector energético.
“El concepto de seguridad energética no lo inventamos nosotros. Está definido muy claramente por la Agencia Internacional de Energía (IEA), como la disponibilidad ininterrumpida de recursos energéticos a un precio asequible”, dijo.
El especialista consideró que los reiterados argumentos de funcionarios del gobierno federal a favor de concentrar a la industria energética en instituciones del Estado mexicano resuenan en la esfera política, pero son huecos en términos de factibilidad operativa, eficiencia y viabilidad financiera, y un engaño para la población, ya que el gobierno carece de recursos técnicos, humanos y presupuestales para abastecer las necesidades energéticas -y por ende- de progreso del país.
“No hay más parques industriales, porque no hay electricidad para abastecerlos. Si no hay más inversiones ni parques, no hay más empleo. Los grandes inversionistas que ven a México como una potencia energética de Norteamérica, junto a los Estados Unidos y Canadá, están esperando que las políticas públicas mexicanas muestren más certidumbre hacia el desarrollo de la región”, aseguró.
El experto mencionó que -en estos momentos- en que el presidente López Obrador se está reuniendo en Washington con funcionarios del gobierno norteamericano para tratar temas de seguridad, inteligencia y finanzas norteamericanas.
“Todos sabemos que la única salida son las inversiones para el crecimiento; es el momento oportuno de hablar de nearshoring, de friendshoring, de respetar las reglas comerciales del juego y reorientar la política energética de México hacia la detonación industrial del país. Es además una situación coyuntural la que vive Estados Unidos en el umbral de las elecciones de medio término y un ambiente político muy activo, con el partido republicano al acecho permanente de las medidas adoptadas por el Presidente Biden y con un tono de molestia de los congresistas acerca de las medidas que el gobierno mexicano ha venido tomando en el sector energético. Además, el tratado se revisa en 2026 y debemos trabajar por preservarlo, desde ahora”, subrayó.
Juan Carlos Machorro explicó que, contra los discursos, la soberanía energética puede entenderse como la habilidad de una economía para reaccionar inmediatamente a cambios repentinos en el balance entre la oferta y la demanda y ello está lejos de asegurarse con la burocracia de Estado.“Otros datos –dijo- indican que el futuro de la economía descansa necesariamente en el uso de energías a partir de fuentes renovables, con la participación necesaria del sector privado”.
“Tenemos muestras a la mano”, recordó al resaltar que la calificación de la Empresa Productiva del Estado Pemex fue revisada recientemente a la baja.
Y en el tema de la Refinería Olmeca, en Tabasco, comentó que “diversos analistas indican que esta no alcanzaría su capacidad sino hasta el año 2026 y que los sobrecostos serán considerables, alcanzando el costo total de esta obra entre 16 y 18 mil millones de Dólares; recordemos que cuando la presente administración pretendió entregar vía licitación el proyecto de esta obra a manos de verdaderos especialistas en la materia, estos confirmaron que ni el plazo ni costo presupuestados por la administración federal eran logrables. Entonces el gobierno indicó que lo haría con sus propias manos y recursos. La terca realidad y sus otros datos dieron la razón a quienes indicaron lo que originalmente se anticipó. Ni el plazo ni el costo indicados por el gobierno federal fueron asequibles y, peor aún, el proyecto no parece económicamente viable”, subrayó.
“Esto es así porque el negocio completo de refinación está redefiniéndose en el mundo. La estructura tradicional del negocio es per se difícil y admite poco margen de error e ineficiencia. Todo un reto, tratándose de empresas en manos de gobiernos”, concluyó.