Generar mapas digitales que expliquen cómo está el terreno en las profundidades marinas del Golfo de México y ofrecer recomendaciones de importancia geológica, económica y ambiental antes de realizar una extracción petrolera, es una tarea que enfrentan especialistas del Instituto de Geofísica (IGf) de la UNAM.
Los universitarios participan en el proyecto oceanográfico más grande y ambicioso del país: el Consorcio de Investigación del Golfo de México (CIGOM), dentro del cual Carlos Mortera Gutiérrez encabeza un subproyecto en la línea de acción uno, cuyo objetivo es obtener datos de las condiciones físicas de esa cuenca oceánica.
“Con este proyecto se pretende conseguir información hidroacústica del lecho marino para conocer las formas del relieve a mayores profundidades, desde la plataforma continental hasta la planicie abisal”, explicó.
Modelo digital del terreno
El estudio consiste en hacer mediciones de batimetría (técnicas para la medición de las profundidades del mar y el estudio de la distribución de las plantas y animales en sus diversas capas o zonas) para desarrollar un modelo digital del terreno, a una resolución deseable, con la capacidad del buque oceanográfico Justo Sierra de la UNAM.
Además de conocer la estructura del subsuelo, se pretende saber en qué punto pudiera ser afectado o representar un riesgo para las nuevas infraestructuras de la industria petrolera en aguas profundas.
“Aportaremos conocimiento geológico a fin de evitar riesgos. Estos componentes son de interés para Petróleos Mexicanos (PEMEX), porque somos los primeros que tenemos un mapa a detalle de esta región, llamada El Perdido, frente a Tamaulipas”, informó el investigador del IGf.
Más de 50 chapopoteras en la zona de estudio
Los expertos también podrán conocer las áreas en donde hay chapopoteras, que tienen filtraciones de gases; esa información es de utilidad porque por ahí se escapan hidrocarburos de manera natural.
“En El Perdido hemos descubierto 57 chapopoteras –nosotros les llamamos plumas– gracias a que el año pasado modernizamos el buque Justo Sierra con lo último en tecnología para hacer este trabajo”, dijo Mortera.
Este hallazgo es trascendente para la industria petrolera y para el cambio climático, porque los científicos pueden saber cuánto de este hidrocarburo se integra naturalmente a la columna de agua, llega a la superficie y luego a la atmósfera, explicó.
La propuesta de investigar esta zona fue de PEMEX, por ser uno de los dos lugares con más retos en el país para extraer petróleo.
“Se sabía de la posibilidad de que hubiera hidrocarburos ahí; para confirmarlo hay exploraciones y en unos meses se sabrá. Uno de los objetivos del CIGOM es proveer de información para influir en la toma de decisiones, y para ello los estudios previos son muy relevantes”, remarcó
Los especialistas del IGf trabajan en conjunto con Bajainnova, una empresa sui géneris que tiene como socios a dos entidades del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt): el Centro de Investigación Científica y de Educación Superior de Ensenada, y el Centro de Investigaciones Biológicas del Noroeste.